El cine dentro del cine o la Teoría Pixar

Si hay alguien que se ha rebanado los sesos buscando un hilo entre variopintos universos aparentemente aislados o, en cualquier caso, con una coalición invisible para la mayoría de los mortales, ése es Jon Negroni. Su locura como costurero de pasajes procedentes de películas de animación dio lugar a un entramado de tejidos tan extraño que su fiabilidad bien merece una imaginación profunda y un acto de fe ciega por parte del lector. Jon Negrori cosió, hilando muy fino, la que se conoce como Teoría Pixar.

Pixar, como de sobra sabéis, es la productora que ha venido a enseñarnos la vida animada en 3 dimensiones, la misma que le pegó un sustito a Disney lo suficientemente superlativo como para que éste decidiera convertirla en empresa subsidiaria. La teoría, en fin, no es posible resumirla en dos párrafos porque para entenderla, ciertamente, hay que ir al clip que se cayó al suelo en tal película y que alguien recogió en otra estrenada diez años después. No obstante, por curiosa, la historia bien merece una introducción que podréis completar, si lo deseáis, leyendo el texto original.

Principio y fin temporal de la hazaña caleidoscópica convergen en el mismo film. Se trata de Brave. Localizado en la Edad Media, es el único largometraje en que se explica al espectador por qué los animales del universo Pixar se comportan frecuentemente como seres humanos. Así lo escenifica el personaje de la Reina Elinor: Merida, su hija, deseaba que su madre cambiara de idea con respecto a su obsesión por que su primogénita contrajese matrimonio con un líder de los clanes vecinos, y desesperada decidió acudir a las artes mágicas de una bruja de poco fiar. Ésta le dio un pastel por medio del que Elinor, tras el primer bocado, cambiaría completamente de parecer. Pero era una verdad a medias. Lo que no le contó la bruja es que la forma en que esto sucedería sería mediante la transformación de su madre en oso. Tal infamia fue el inicio. La primera semilla humana en la mente animal. Pero no, en ningún caso fue la única: en la película se sabe que la bruja ha engañado con el pastel a más de un humano necesitado de milagros y vemos cómo, en su casa encantada, objetos inanimados tales como una escoba se comportan verdaderamente como personas.

Fue a partir de entonces, y hablamos de la Edad Media, que estos bichitos personificados empezaron a reproducirse y a crear una numerosa población de seres semejantes. Paulatinamente daba comienzo la era de lucha entre animales, seres humanos e inteligencia artificial, tal y como se presume en varias escenas de Ratatuille, Buscando a Nemo y Up. Por partes. En la primera, la parisina rata Remy logra desvincularse de su mundo ratuno cotidiano y, en el paraíso gourmet de París, consigue hacerse un hueco como uno de los chefs mejor reputados de la capital francesa. Es la rata más gastronómica de las ratas. Todo un ejemplo de cómo emplear los sentidos en arte culinario.

Jon Negroni sospecha que Charlez Muntz, antagonista de Up, puede haber oído estos rumores sobre las potencialidades de la vida inteligente animal y, en plena obsesión por sus conatos fracasados de capturar al ave exótica del sur, se le ocurre que tal destreza animaloide puede ser un excelente recurso para sembrar el mal. Es por ello, dice Jon, que Muntz decide crear collares traductores que le ayuden a entender qué es lo que anda revoloteando por las cabezas de su ejército canino. El intento de fechoría, eso es cierto, surte efecto, y es gracias a los canes que consigue capturar a la codiciada ave. En Toy Story 3, que viene al caso, una postal que sujeta Andy durante un microsegundo puede ayudar al espectador a ubicar el espacio temporal de Up. Se trata de una imagen de Carl y Eli, la pareja anciana de la película, firmada de su puño y letra. La postal parece indicar que Eli murió alrededor de 2010. Detallito.

Y en la mesa de mezclas falta por pinchar la tercera melodía en discordia, la de Dory con “sigue nadando” en Buscando a Nemo. Pues ahí va, pero a trocitos. Los que tengan una prodigiosa memoria recordarán que, al inicio de Up, una compañía constructora pretende expulsar a Carl de su casa, razón por la que éste acaba por emprender su viaje más allá de las nubes. La compañía es la misma que, en Wall-E, se considera la responsable de haber contaminado el planeta tierra hasta convertirlo en inhabitable para la vida tal y como la conocemos, y vuelve a ser la protagonista de un anuncio que el espectador avispado puede encontrarse en el mundo marino de Nemo. Se trata de la Compañía BNL, que en tal película advierte de que anda realizando investigaciones en el arrecife de coral. Es el Big Brother de Pixar Studios. ¿Y qué pasa con la inteligencia animal en Buscando a Nemo? Por un lado, todos los animales –con la excepción bien conocida de las gaviotas debido a un lenguaje que se reduce a «mío»- pueden hablar con normalidad y llevar una vida cotidianamente humana y, por otro, tramar planes francamente inteligentes. Dory, sin embargo, es considerada por la teoría como el eslabón perdido de la cadena de acontecimientos, una señal inequívoca, insiste Jon, de lo rápida que camina la evolución animal.

Debería continuar este post explicando las puntadas del otro hilo de la historia, el de la inteligencia artificial, pero el entramado es lo suficientemente complejo como para que exceda cualquier recomendación generosa sobre lo largo que debe ser el texto de un blog. Como decía en la mitad de este relato, si queréis saber más sobre el estrujamiento cerebral de esta víctima del celuloide de animación que tanto debió de engordar a base de palomitas, podéis hacerlo con un simple clic y un poquito de inglés. La historia, eso es cierto, termina redonda.

Fuente: cinemania.es

Fuente: cinemania.es

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